- 23 de julio de 2024
El Balneario de Panticosa es uno de los lugares más espectaculares a nivel natural de toda la comarca, un tesoro escondido entre las montañas de Panticosa. Está rodeado de picos de más de 3.000 metros de altitud y bañado por las aguas del Ibón de Baños, ibón que se nutre (entre otros) por las aguas del río Caldarés, del latin caldus, que significa caliente, debido a la abundancia de fuentes termales que hay en la zona.
Se trata de una estación termal situada a 1.636 metros de altura cuyas aguas fueron ya utilizadas por los romanos. Siglos después de la época romana, este balneario estuvo en desuso, hasta que en el siglo XVIII resurge y vuelve a convertirse en una nueva estación termal que empieza a acoger a una gran cantidad de bañistas.
A principios del siglo XIX se construyeron muchos edificios y templetes para las fuentes y a partir del año 1.870, este se convierte en uno de los más prestigiosos balnearios de todo el país. Todo esto hasta que la Guerra Civil acabó con la época dorada del balneario, así como también la decadencia de la moda del termalismo que supuso el cierre total del balneario, en el año 1.979, a pesar de que el balneario había sido declarado en 1.966 como Centro de Interés Turístico.
A finales del siglo XX, todo pasó a formar parte de una constructora llamada Nozar, quien tuvo por objetivo reconvertir esta estación en un resort de lujo. A principios del siglo XXI se lleva a cabo una profunda reforma de las instalaciones, a cargo de varios arquitectos entre los que destacan Rafael Moneo y Álvaro de Siza. Así se procede a la rehabilitación del Balneario de Panticosa en 2.008 y su apertura al público como establecimiento hostelero.